
Un asteroide llamado 2015 BP519 gira alrededor del Sol con una inclinación inusual de 54 grados en relación con las otras estrellas. Esta particularidad hace que el BP519 2015 sea un gran misterio.
Todo lo que rodea al Sol, incluida la Tierra, se formó a partir del polvo y el gas que quedaron de la formación de nuestra estrella. Antes de acumularse en planetas, lunas y otros cuerpos más pequeños, este polvo se distribuía en una estructura llamada «disco de acreción».
Para que un asteroide haya sido sacado de este plano contra la fuerza gravitacional del Sol, tendría que haber sufrido una influencia gravitacional muy fuerte de alguna otra estrella.
Al hacer los cálculos, es posible averiguar exactamente qué tipo de estrella, su tamaño, de dónde vino, qué tan lejos pasó del asteroide y cuál fue su ruta, y eso es exactamente lo que hizo una colaboración internacional de 38 investigadores.
El descubrimiento es sencillo: para que BP519 tenga la ruta que tiene, necesita haber sufrido la influencia gravitacional de otro planeta, situado después de Plutón.
Este planeta sería rocoso y tendría una masa diez veces mayor que la Tierra, y estaría situado 23 veces más lejos que Neptuno, lo que lo hace prácticamente invisible para nuestros telescopios.
No es la primera vez que una órbita extraña muestra la presencia de algo más grande en las afueras del Sistema Solar. En 2014, un par de astrónomos estadounidenses sospecharon de la existencia del nuevo planeta mientras analizaban un planeta enano distante, y en 2016 volvió a suceder.
Todavía no hay suficiente evidencia experimental para confirmarlo, pero la evidencia es más sólida con cada día que pasa, y cuanto más asteroides atípicos se encuentren, más datos tendrán los astrónomos para triangular la posición del nuevo planeta y luego apuntar el telescopio más potente al punto correcto en el cielo para ver si realmente hay algo allí.